La manzana es la más famosa de todas las frutas, la más universal.
Su origen es tan remoto (previo al Paleolítico), que puede haber sido el primer fruto que consumió el hombre de forma silvestre. Ya existía en el Paraíso, tal y como lo relata el Génesis, y se convirtió en símbolo de la tentación.
A Europa llegó desde el Oriente Medio y aquí evolucionó gracias, sobre todo, a la cultura grecorromana.
Hesíodo, 800 años a. C. ya se refiere a ella.
Fueron los romanos los que consiguieron las mejores manzanas. En los tiempos de Julio César, un injertador llamado Matios o Mato consiguió las mejores manzanas gracias a los injertos, y de éste recibió el nombre.
Los romanos buscaban la inmortalidad consumiendo manzanas. Los más pudientes siempre reservaban una de las habitaciones (forrada de mármol) para almacenar manzanas. Plinio llamará a esta habitación pomarium.
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