La llegada, en la noche,
suele guardarnos alguna sorpresa...
y así lo esperamos cada vez,
mientras atravesamos el bosque,
a los lados tan negro y silencioso,
con la certeza,
ahora más palpable,
de pisar
lo que no nos pertenece:
el territorio nocturno,
en mitad del camino ayer
la primera vez que descubrimos
un ejemplar de chotacabras,
posado, y al acercanos (ya a pie),
a poca distancia echar a volar
mostrando sus largas alas.
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